Días pasados, con motivo de cargar combustible, me vino a la mente la discusión sobre la tasa al combustible, un tributo que se cobra adoptando la forma de un precio fijo o un porcentaje por litro. En nuestra ciudad, la tasa es determinada por el Concejo Deliberante, de forma anual, y el costo asciende a $5 por litro de nafta, aproximadamente.
Para este año, el presupuesto asciende a 185 millones de pesos, una cifra que dentro del presupuesto municipal de una ciudad como Junín no resulta significativo como para que un vocero presidencial se refiera a él como el causante de un desequilibrio económico y social.
Claramente es una nueva provocación de este gobierno que no se hace cargo de los problemas e intenta desligar responsabilidades hacia los estamentos municipales y provinciales, como es el caso de, por ejemplo, Misiones en este momento, considerando que eliminarla reduciría un 0.3 por ciento el costo del combustible.
Ahora bien, en virtud de que existe y se ejecuta por 185 millones de pesos, el municipio dispone de ese dinero para bacheo y pavimentación. Y es aquí donde lo paradójico se vuelve real, porque justamente al ingresar a la estación de servicio, así como saliendo de ella y al rodearla fueron numerosos los baches y roturas de pavimento que tuve que sortear con el auto. De manera que en el lugar donde el tributo se inicia, con ese fin, termina en el mismo lugar sin haberse cumplimentado el trabajo para el cual fue creado.
Permitiéndome una reflexión final, mi rechazo a la propuesta del Gobierno nacional radica en que solo busca, en este caso, enfrentar a los ciudadanos con su gobierno local. Y a las autoridades que corresponda sugerirles que sean realizados los trabajos de repavimentación y bacheo para lo cual esta tasa se cobra de manera efectiva en la actualidad.
Abel Vera: Exconcejal y dirigente peronista de Junín.
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